Desde este lugar, abunda en las canciones una hiperbolización del yo, que lo puede todo, que ya fue contra todo, que es amado y respetado por sus contemporáneos, que alcanzó la fama, pero aunque nadie se lo pida, necesita reafirmarse constantemente. Como rima Duki, el rey Midas: soy un rockstar, estoy que goteo // estoy que no lo creo, transpiro oro por los dedos, entendiendo además su fama como sorpresiva hasta para él. El camino del héroe (una narrativa muy presente del género) nunca es gratis. Muchas veces, esa excepcionalidad se reafirma a través del dinero—legitimado, porque se lo ganó a través del trabajo—, como le dedica a su hijo Ysy A en “Full Ice”: estoy con los flow que ninguno / otra noche haciendo plata para Bruno (…) le voy a dar lo que mi madre no tuvo. Por supuesto, también esa excepcionalidad se reafirma a través de las drogas, ya no siendo aquel que las vende pero sí el que tiene el monopolio, como Dillom: mis opps (oponentes) son medio opa, lo fumo con falopa / y si quieren lo que tengo yo conozco al de la nota; y otras veces, por las minas o hasta por las tres en simultáneo, como dicen Duki e Ysy A en “Hijo de la noche”: pienso en droga, plata y p*ta’ / yo no quiero un coche.