
Por Julia González Narvarte y Ofelia Meza
¿Por qué alguien decide preservar algo? Los motivos parecen exceder lo meramente utilitario. Al que conserva no le importa hasta cuándo ese algo se va a conservar; no importa su fecha de caducidad. En el acto de preservar se subraya un gesto, movimiento voluntario que contempla un futuro posible con ese cuerpo, que en su materia se torna irreductible. Preservar es, entonces, de manera implícita, preguntarse por el tiempo.