Don't tread on me: imagen y estrategias de la estética libertaria

Memes, imágenes generadas por inteligencia artificial, películas libertarias: un análisis posible (sí, otro más) sobre parte de la comunicación visual utilizada por La Libertad Avanza durante la campaña electoral y su llegada al gobierno.

La elección de Javier Milei como presidente amplifica las voces y sonidos de la extrema derecha, que encuentra sus ecos a escala regional e internacional, cobrando cada vez más fuerza. En lo simbólico, prima la meritocracia y el lema de que cada uno debe cuidar su propio rancho sin importar el rancho de al lado. Las ideas de solidaridad, expresadas en términos de justicia social y tildadas por Javier Milei como una aberración socialista, no tienen cabida en su ideario cultural. Cabe preguntarnos si la representación de ciertos discursos hasta ahora ofrecidos, a los que hemos cuestionado poco, efectivamente alcanzan, sobre todo para volver a interpelar y escuchar al de al lado —una panacea pensando en los 4 años próximos—, que no piensa como uno y que nos hace ver de lleno que estamos virando, de manera virtual y real, hacia una modalidad endogámica, similar al algoritmo espiralado de las redes. ¿Cuáles fueron las estrategias a nivel imagen utilizadas por La Libertad Avanza para afianzarse en el poder? Algunos memes e imágenes generadas mediante inteligencia artificial utilizadas por el actual presidente del país, como también las películas realizadas por su equipo, pueden ser un punto de análisis para abordar el ascenso de la derecha reaccionaria en Argentina. 

Adiós a la institucionalidad: bienvenidos los memes y la IA

Frases como no hay plata, irán a la quiebra, se han escuchado en entrevistas públicas, dichas por Javier Milei, como una posible respuesta a las consecuencias implementadas por sus políticas de gobierno. Este tipo de modalidad discursiva, identificable con una estética de la crueldad que borronea posibilidades de conversación, es el tipo de discurso utilizado por el troll de redes, entidad hater y odiadora por naturaleza, que no permite posibilidad de diálogo o debate. Como afirma Juan Ruocco, estos líderes que surgen al calor de los discursos conservadores se comportan con la lógica de comunicación del troll en el poder –caso análogo al de Donald Trump– y, como tales, también utilizan una narrativa memética en su estrategia comunicacional: el meme como arma comunicativa, un tipo de comunicación cibernética que copa las redes sociales y llega principalmente a poblaciones jóvenes. Resulta novedoso que sean candidatos presidenciales –o directamente, presidentes– quienes comienzan a utilizarla. Entre la espectacularización de los discursos y la figura del outsider que llega al poder como “un distinto” al que no se encasilla como parte de “la política”, la utilización del recurso comunicativo característico de internet en una figura presidenciable le gana terreno a la institucionalidad, es decir, todas aquellas imágenes asociadas fácilmente a la casta política. Un ejemplo endogámico –que superó a la propia comunidad memera de las llamadas alt-right– es el meme de Morfeo, de la película The Matrix (1991, Lilly Wachowski, Lana Wachowski), utilizado y compartido en las cuentas oficiales de Javier Milei en campaña electoral, específicamente durante el conflicto de falta de combustible. En la imagen vemos al actor Laurence Fishburne ofreciendo dos objetos en sus manos: la otrora pastilla azul directamente ligada a la ignorancia en la película, ahora color asociado a la opción de UXP, brinda la posibilidad de “cagar en un balde” o la píldora roja, ahora, violeta, color asociado a LLA, que, de ser utilizada, te llevaría a “tener dignidad”. Vale preguntar qué tipo de dignidad, pero justamente, el meme no funciona bajo el parámetro pedagógico de la explicación, sino que se enfrenta al sentido común. Poca información condensada en una imagen pregnante, reconocible, fácil de viralizarse. Explicar el meme genera la pérdida del sentido del meme. 

Podríamos describir los memes como ítems digitales que comparten forma, estructura y postura, generando sentido de pertenencia o comunidad: hay un código sintetizado de información que se repliega dentro de un grupo específico, generando un lenguaje en común, diferenciándose de aquellos que están por fuera de ese código. A más viralización, mejor el meme. Su origen parte de foros de internet sin moderación (como 4chan o Voxed en Argentina, y otros sitios que incluso han dado lugar a atentados terroristas xenófobos en otras partes del mundo), espacios idóneos para posturas radicalizadas, en parte por su propia lógica de funcionamiento: ganan likes y comentarios, y por ende visibilidad, aquellas imágenes que crecen en agresión y violencia. En especial aquellas que apuntan contra lo políticamente correcto, lo “progre”, o en otras palabras, “el marxismo cultural”, ese enemigo simbólico culpable de todos los males de este mundo, elevado al nivel de status-quo. Quienes se identifican con este tipo de agresiones violentas adoptan una especie de actitud “anti-establishment” de corte netamente racista, misógino, homofóbico, reaccionario. Si bien hay muchas cuentas de memes que se alejan de esta lógica de contenido radicalizado o violento, sí mantienen el cinismo o la ironía como modalidad narrativa. La estrategia irónica derrumba lo políticamente correcto y no deja lugar posible a la lógica interpelativa. La emocionalidad es arrastrada hacia el extremo, algo que puede tomar por sorpresa incluso a quienes se ubican por fuera de este tipo de lenguajes. El ejemplo del colmo épico (y antiético) de la estrategia de la posverdad, en lógica memética, es otra de las imágenes que circuló en las redes de Milei. Un post que simulaba ser un comunicado oficial de Presidencia de la Nación con su estética y diseño característico, enlistando las supuestas “Fake News” (donde incluso negaba “cogerse a la hermana”) utilizadas en su contra ¡como una fake news en sí misma! La (meta)ironía en el (meta)meme, dispuesta a atrapar incluso al más desprevenido. En el pie de imagen, se leía el mensaje: “Cuidar la información es cuidar la democracia”. 

Por otro lado, si el meme queda por fuera de cierto alcance etario, generacional y de circulación específica, las imágenes generadas por inteligencia artificial fueron otra de las estrategias utilizadas. Por ejemplo, la difundida originalmente en el programa televisivo A dos voces, que terminó de sellar el pacto entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio. Generada mediante IA, la imagen muestra a un león que abraza a un pato, y fue emitida en pleno prime time televisivo y luego subida a las redes oficiales del candidato.  

Imagen generada con IA publicada en entrevista realizada en TN a Patricia Bullrich y Javier Milei.

El león –asociado a Milei–, más grande, poco amenazador y sonriente, abraza a un pato –asociado a Patricia Bullrich– pequeño, vestido con la bandera argentina, la misma que portan las personas representadas en segundo plano que observan, sonrientes, el abrazo de esos dos animales, que se encuentran de espaldas a la multitud que los celebra. Quienes aparecen en primera línea son adultos mayores (¿los “viejos meados” a los que apelaron durante el debate presidencial?) que agitan banderas argentinas. A lo lejos dos monumentos remiten a una lógica victoriosa, recuerdan a los obeliscos de triunfo realizados luego de una victoria bélica durante el imperio romano. Toda la escena es coronada por una luz golden hour que transmite paz y calma. En la misma sintonía, luego de ser electo como presidente, otra imagen de un supuesto Milei y sus “hijitos con patas” (es decir sus perros clonados a partir del fallecido y supremo Conan) fue posteada en su Instagram oficial. Una imagen alla personaje de Disney del presidente y su familia perruna (idealizado en su figura, un Milei irreconocible, dotado de una belleza patética) realizada mediante IA donde, por detrás de la escena familiar, asoma la bandera Argentina en el centro, marcando la axialidad en la representación. Estas imágenes están asociadas a películas para la familia, y especialmente, a niñeces, otro sector bastante aludido durante la campaña. 

Imagen compartida como post oficial en las redes de Javier Milei luego de la victoria en el ballotage.

Si el mundo está girando y cambiando de paradigmas y la realidad nos resulta desbordante, las estrategias comunicacionales de campaña también atraviesan cambios importantes. Hoy, hablar de estrategia comunicacional significa, indefectiblemente, hablar de imágenes. De imágenes cargadas de sentido y con funcionalidades específicas que no son para nada inocentes aunque pretendan serlo. El pasaje de la narrativa troll, del personaje mediático que construyó Javier Milei para llegar a ganar visibilidad, comenzó a opacarse cuanto más cerca llegaba al poder, esto también se lee en el tipo de imágenes que comparte post alianza y también post ballotage (el mentado teorema de Baglini, aplicado a las imágenes). A su vez, la supuesta modernización laboral, y por ende de los modos de vida, que se leen en las propuestas de LLA, sumados al uso de imágenes generadas a partir de herramientas tecnológicas como la comunicación memética o la utilización de la inteligencia artificial, se condice con la lógica que promulgan en otros aspectos. Las imágenes de candidatos hermoseados por la IA puede traducirse, incluso, en la propuesta de cambio que encuentra su promesa de futuro: la benevolencia de lo privado, lo foráneo como lo bueno, en detrimento de las zonas rotas del Estado (léase escuelas y hospitales públicos, pero también imágenes de campaña completamente demodé, o directamente, la pérdida de dignidad por “cagar en un balde”). Si juzgamos los resultados electorales, hay una sociedad que resonó con estos nuevos formatos. El pasaje de la modalidad troll a la modalidad candidato presidenciable que se lee en imágenes, también puede analizarse en las producciones audiovisuales libertarias. 

Pandenomics y más allá

Otra de las singularidades del presidente electo es que cuenta en su haber con dos películas: Pandenomics (2020) y Javier Milei: La Revolución Liberal (2023), ambas guionadas y dirigidas por Santiago Oría (que además de abogado, es cineasta egresado de la FUC, de familia de fuerte raigambre liberal, y fanático de Pino Solanas) quien conoció a Milei gracias a un cortometraje que hizo en 2020, durante el aislamiento social preventivo y obligatorio, con Carlos Maslatón. Estas producciones están subidas a YouTube, y hacia el final de cada una, se invita a que sean compartidas para promulgar las ideas de la libertad. Pandenomics es un mediometraje, adaptación del libro homónimo publicado por Javier Milei que cuenta con acusaciones por plagio, en el que el actual presidente de la Nación cumple el papel de un profeta que se mueve en lo subterráneo, en las oscuridades permitidas por la acotada posibilidad de circulación otorgada por el ASPO. De saco de cuero largo, una especie de Morfeo del ultraliberalismo, con un libro entre manos y la típica cabellera despeinada que caracteriza su imagen pública, Milei es el profeta que, en una noche oscura, pregona sus verdades. El documental está segmentado en cuatro bloques en los cuales, de espaldas, Oría va haciendo preguntas mientras Milei responde, retomando lo mejor de su personaje mediático: una catarata de números, autores y cifras –no se priva de citar el panóptico foucaultiano y las injerencias de biocontrol evocadas en la pandemia– que expone los cimientos de su marco teórico liberal, que va aumentando en tono y violencia verbal hacia el final de cada bloque. El mediometraje finaliza con la aparición de Lilia Lemoine (en su versión cosplayer), en un galpón oscuro con una maqueta del Banco Central. Milei, escudado por su hermana que porta alas de ángeles, es observado y vitoreado por un público de jóvenes veinteañeros de estética punk o alterna, mientras rompe a bastonazos la versión a escala del edificio. Antes de la explosión de ira, como un profeta, repite los legados que profesa bajo una estética que promete alternatividad y punk rock; en esa misma lógica, la canción con la que cierra la película está realizada por Una Bandita Indie de La Plata, banda punk platense que adhiere a las ideas del anarcocapitalismo. Milei da sus discursos en medio de una puesta en escena donde cuelgan banners con los rostros de los autores a quienes adscribe: Adam Smith, Milton Friedman, Murray Rothbard, entre otros, y delimitando claramente a los que rechaza: Marx, Keynes y el logo del BCRA tachados en rojo. Lo acompaña también la bandera Argentina y la bandera de Gadsden, con su característica serpiente enroscada sobre un fondo amarillo, que reza el serpentino “Don´t Tread On me”. 

Fotograma de Pandenomics

Si Pandemonics muestra al referente de la promulgación cultural libertaria, en Javier Milei: La Revolución Liberal podemos ver su proceso de conversión a candidato político. Mientras que en la primera producción audiovisual prima aún la modalidad memética que apela al núcleo duro, del troll libertario que vociferaba en canales, la segunda intenta generar ciertos orígenes míticos (familiares, de infancia) para construir la figura de Milei como un personaje capaz de liderar un movimiento a partir de la aclamación popular. Plazas llenas, caminatas donde se corta la calle debido a la cantidad de gente, recorridos en la Villa 31 en los que dialoga con vecinos y vecinas, junto a los candidatos que lo acompañaron durante la campaña, quienes también son entrevistados (Llilia Lemoine, Victoria Villarruel, Ramiro Marra). Las imágenes muestran mayormente a laburantes que depositan en él la confianza del cambio. El tipo que proclamaba la “superioridad estética y moral frente a los bloques de cementos soviéticos y cubanos, para elevar como modelo a Nueva York” en una puesta en escena de un galpón escondido y clandestino de la cuarentena, luego pregona ante una multitud en Parque Lezama que él vino a despertar leones. Las imágenes generadas mediante IA sugieren un cambio en esta dirección: luces cálidas, espacios abiertos, imágenes apacibles, que se contraponen con las luces oscuras y subterráneas, obligadas en parte por el ASPO –la cuarentena es un inicio aglutinador para muchos de los que comparten sus ideas– y el gobierno anterior, pero también con esa imagen de un líder rebelde que se mueve por lo bajo. 

Fotograma de Javier Milei: La Revolución Liberal

La ¿batalla cultural? no está saldada

Las nuevas derechas se posicionan en lugares de victimización: por culpa del marxismo cultural y sus luchas impuestas –y siguiendo su propia lógica, ganadas y validadas ya por el sentido común– son víctimas de mandatos y políticas que apelan contra sus propias formas de existir y ser libres en el mundo. La nomenclada ideología de género, la reivindicación de los derechos de las minorías, la lucha de las mujeres y la comunidad LGBTIQ, el comunismo, el Estado y sus tasas impositivas, entre otras, atentan contra sus propias voluntades. Tanto Agustín Laje como Benegas Lynch (h) ven en la figura de Javier Milei la persona indicada para llevar adelante lo que ellos mismos denominan “batalla cultural”, definida en los mismos términos gramscianos que repelen, pero además, la posibilidad de que sea candidato presidenciable; según Laje, no se puede dar la batalla electoral sin dar la batalla cultural. Una de las estrategias para llevar adelante su cruzada ideológica es, como menciona Julian Macías, la utilización del método Bannon o MOB: mentiras + odio + bots, utilizado para comenzar a punzar en la opinión pública. Lo que prima, de fondo, es la implementación del modelo de acumulación de riquezas que termina beneficiando a los mismos pocos y perjudicándonos a los muchos de siempre. Nada novedoso puede surgir de un movimiento que pretende profundizar, aún más, las desigualdades que produjo el mismo sistema que enaltece. Por eso, más que una batalla cultural que se gana y se pierde de acuerdo a una contienda electoral, es conveniente pensarla como una puja en constante desarrollo. La construcción narrativa Estado vs. mercado viene calando cada vez más hondo, y a través de ella se asimila que lo público es lo malo, lo nacional es una mierda, la casta tiene miedo, todos los que trabajan en el Estado son ñoquis, etc. El terreno para celebrar el ajuste, que por ahora no lo va a pagar la casta, está dado. Es innegable que estas premisas hoy recorren las charlas, debates y discusiones en gran parte de la sociedad argentina y tienen correspondencia en términos de imágenes. 

El meme, cuando deja de ser novedoso, se transforma en sentido común y pierde su potencia irónica, se vacía completamente de sentido. ¿Qué pasará cuando el outsider de la política deje de ser outsider y pase a, justamente, hacer política? Las imágenes generadas mediante IA, como también el cambio en las producciones audiovisuales, auguran un posible cambio de estrategia. Es destacable la reiterada utilización de imágenes de archivo del 2001 en las películas mencionadas –e incluso el “que se vayan todos” como muletilla anti-casta, que se escucha en los actos políticos de la Libertad Avanza, acompañado del “Se Viene el Estallido”– cuando muchos de los funcionarios que efectivamente integran su plan de gobierno nos llevaron a que dicho archivo y esos cantos existiesen. En este punto cabe preguntarnos, ¿es posible dar la llamada “batalla cultural” de manera previa a que los modos de vida que se proponen –como el cambio que necesita la Argentina– sean efectivamente favorables para la sociedad? Sin querer caer en reduccionismos de relación estructura/superestructura, vale preguntarse si es posible dar contiendas simbólicas si las relaciones de producción aún no auguran una mejoría real para la sociedad. Por otro lado, ¿qué sucederá si, efectivamente, logran esa mejoría que profesan? Utilizar el concepto de “batalla”, a estas alturas, quizás también sea algo a replantearse, porque sigue afirmando un enfrentamiento que cayó en lógicas simplistas, sesgadas y, con el diario del lunes, de gruesos errores en otras épocas. Ante esto, ¿qué estrategias utilizaremos en términos de viralización de imágenes y discursos, en una Internet cada vez más alejada de la promesa pro-piratería anarco de sus inicios? Son preguntas que debemos hacernos para seguir pensando los nuevos terrenos que parecen minados por la extrema derecha. Cómo responder ante una avanzada en términos de representación simbólica que será ríspida, provocadora y no exenta de violencia en los próximos años, es una tarea por verse, que no sellará ningún tipo de victoria triunfalista sino que más bien está, siempre, en disputa y exige mantener los sentidos bien alerta. 

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