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AUDIONOTA

¿Un sentido de llegada?

“Me levanto, estoy en mi casa y no lo puedo creer” dice el Duki dentro de los bordes de Caja Negra, entrevistado por Julio Leiva. Yo, ignorante del bagaje del género trapero, pienso con la misma sorpresa que finalmente bagaje no hay tanto, que la inusitada inmediatez de la trayectoria más taquillera de aquel cantante (como de todo el resto que dialoga en este ciclo con el mismo entrevistador) hace que el salto a la fama parezca efectivamente de trampolín. “Digo, ¿qué pasó, qué hicimos?” se pregunta el Duki y se dibuja una interrogante respuesta: ¿hicieron trap…?

De la incipiente generación y de un origen divergente (¡del Quinto Escalón o de YouTube para la gente!), en la mayoría de lxs traperxs en boga hoy en día se figura un cambio de status que implica el “éxito” y reviste un modo de vida particular: la guita, los autos, la joyas, las pilchas. Pero no es solo eso. La explosión del trap impulsa una subida a la fama que masiviza no solo su música sino sus voces, sus imágenes, impactando de forma palpable en nuestra actualidad: el hecho mismo de que exista un ciclo de entrevistas realizado por —nada menos que— Caja Negra o la diversidad de videos que analizan su música y sus cortas trayectorias, implica pensar a estas figuras como referentes no solo de la escena musical sino de un fenómeno social. Estos archivos apuntan a exponer, más allá de la faceta artística, su posición de sujetos y su lugar de enunciación en la trama social: revelan que el trap es en sí el haber pasado sin medias tintas de los videos caseros y las competencias de calle, a las ofertas millonarias internacionales, la explosión de las reproducciones, la vida mainstream y el lujo de la ostentación material. Respondiendo a la pregunta del Duki, el trap aparece como una explicación retrospectiva de ese movimiento hacia el progreso que justifica que él esté sentado ahí hablando, haciendo de ello un aspecto ineludible de su propia enunciación: lx que habla desde el trap ya subió la escalera.

Mi equipo hace un millón en la calle sin ser camello / Y no flashea ser gángster ni falla ante los destellos / Los números estallan sin necesidad de majors / Porque eso es ser trap para Alejo

Ser trap es una forma, entonces y también, de vincularse al dinero y a la fama, a un sentido de vida que consolida una determinada posición económico-social en la figura del traperx. Se funda sobre un recorrido de ascenso que marca a quien se identifica como tal. 

Ahora bien, si el trap aparece al menos en alguno de sus sentidos como la razón o la causa de la inserción abrupta de un sujeto en la dimensión más ostentosa del éxito el mercado, me resulta interesante el aspecto meta con que la propia historia de ese pasaje alimenta, al mismo tiempo, el contenido de sus canciones.

Entre uno de sus tópicos, el trap se hace de todos estos atributos que determinan un modo de ser y reafirman su esencia: las marcas, el oro, los incontables billetes. Atravesando las discusiones conceptuales que se juegan en la trama musical en torno a qué es ser trap y para quién, el éxito y la osadía monetaria trazan una constante que lxs alcanza a todxs.

Y yo me motivé viendo a los negro’ viviendo lujoso’ / Callado busqué un camino y con ruido salí del pozo (Oye) / Y en verda’ que está cabrón levantarse y ser exitoso / No creo que esté tan bueno descansá’ siendo envidioso (No)

Pa’ serte más preciso, ante’ un colchón en el piso / Y ahora abajo del sommier un lingote de oro macizo (¡Rra!)

Yo empecé de cero cuando yo bregaba en el ghetto (Yeh) / Ante’ de ser famoso veía; me ignoraron primero (Eh) / Eran hermano’ bellos y salieron traicionero’ (Eh) / Eso no importa porque yo sigo haciendo dinero, dinero, dinero, di- (Qué) 

De mi escuela salen millonarias y tremendas satas / Estoy enseñandole’ que hay poco tiempo pa’ ‘cer plata 

Por un lado, entonces, la fuente de su música: las canciones, los temas, las sessions. Por otro, todo el material que surge como el impacto de su masividad: las diversas entrevistas, los videos biográficos, archivos todos que revelan una paradójica recursividad: el trap resulta una vía de ascenso social al mismo tiempo que el ascenso social es uno de los grandes tópicos de su música.

Esta retroalimentación entre forma y contenido, entre un estilo de vida y su producción artística (entre el cantante y el sujeto-que-canta) es algo que preexiste al trap. El pop, por ejemplo, constituye uno de los grandes manifiestos de esta síntesis en la que los discursos del yo y la consolidación del éxito hacen del género una vida de estrella que acompaña de la forma más espectacular la producción musical. En el otro extremo y en plena calle, el rap, en tanto parte de una cultura (el hip-hop), también se consolida como una serie de prácticas y de modos de vida que hacen de la ciudad y de su origen marginal el ritmo y el motivo de sus letras. Si pensamos que el trap se gesta en el terreno de este último género, podemos decir que ambos comparten a diferencia del pop el discurso del subalterno: la reivindicación del “bajo” origen, de las fronteras del márgen y la vida dura. ¿Qué es, entonces, lo novedoso de este solapamiento en el trap? Si el rap hace de su discurso un motivo para renegar del mercado y afianzar una circulación urbana, el trap hace del relato de ascenso social una manifestación de sí mismo: en la posición de sus figuras (innegablemente millonarias y masivas) y en el contenido y circulación de sus canciones. La vida de lujos se presenta como un triunfo y se legitima desde el puesto de llegada: vino desde abajo y se lo ganó. El trap se define en el exceso y se inserta en el mercado como si lo hubiera dominado. Habiendo llegado acá nos queda un territorio de preguntas sobre un futuro que —como el trap— ya se está formulando: ¿Qué hay con el devenir de lxs traperxs incipientes? ¿Cómo amalgamar el éxito con el discurso del mismo? ¿Persiste la pantomima de la fama en quienes todavía no la tienen?

Lucía Montoro

Lucía Montoro

Colaboradora

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