Agustina Buchbinder
Colaboradora
El video reacción es un formato audiovisual que genera una cadena de complicidades frente al consumo de un objeto: alguien se muestra viendo o escuchando una obra de algún tipo y otrx lx observa, asegurándose de que hay un hallazgo, un descubrimiento sucediendo. En el trap, esta dinámica parece adquirir una relevancia particular. ¿Cómo funciona la recepción de ciertos productos artísticos? ¿Cómo interactuamos con una música?
Escuchar un tema nuevo de trap conlleva para mí estar pendiente de sus posibles repercusiones. En cuanto una de estas canciones se estrena (siempre después de un minucioso proceso publicitario que adelanta su potencial éxito), me atrae la idea de seguir y observar su desarrollo mediático y las consecuencias de su aparición. Esto es casi como un juego: es parte de la diversión, del entretenimiento o disfrute que implica esa nueva pieza, que parece definirse sí o sí por su vertiginosa circulación cibernética. Y mi actitud no es original. La conducta que se desprende de estas novedades musicales parece estar contemplada en su propia creación, en tanto el trap actual incluye la mediatización desenfrenada como un componente inherente a su presentación.
Bizarrap saca una nueva session con Nicky Jam que mezcla sonidos de rap y reggaeton y en Twitter circulan sentencias como: “Bizarrap y Nicky Jam rompen record en YouTube y la music session #41 se transforma en el video latino con más de un millón de likes en 1h54m”. Otros titulares rezan: “Colaboración explosiva. Bizarrap lanzó su nuevo video de Music Session con Nicky Jam e hizo estallar las redes sociales”. Hizo estallar las redes sociales. Lo explosivo del video musical parece estar expresado justamente en las secuelas que este produce en una comunidad virtual. La música es el elemento central del producto creado, y sin embargo, el estallido social generado a su alrededor parece acompañar a la música necesariamente.
Partiendo de esa premisa, noto que son particularmente prolíficos los “videos reacción” ligados al mundo del trap. Detrás de cada nuevo lanzamiento se acumulan estas impresiones inmediatas que son registradas por una cámara y que se comparten lo más rápido posible, dando cuenta de que la primicia no solamente es la obra musical sino también sus testigos.
Un streamer famoso como Coscu mira el videoclip recientemente estrenado de “Canguro” de Wos y, mientras escucha los primeros segundos, sonríe, festeja y hace comentarios eufóricos a quienes lo rodean. Sin haber llegado a la mitad del tema, pausa su reproducción y casi al mismo tiempo da like y comenta el video de YouTube que está mirando. En otro de sus videos, (la reacción a “Mamichula” de Trueno, Nicki Nicole y Bizarrap, link: ) explicita directamente este mecanismo: “ya cuando empezó le puse mi like. Esto está ido”. La reacción está definida por la lógica de la inmediatez. De hecho, este formato se distingue por el gesto de pausar la reproducción del clip que se ve constantemente, en un apuro premeditado por construir sentidos desde fragmentos de obra. En un lapso de tiempo ínfimo, se empieza a gestar una aprobación (o un disgusto) que contagia a quien ve la reacción (es decir, a lx espectadorx de lx espectadorx), un juicio express que define —mediante un like puesto a los cuarenta segundos de empezada la canción— el rumbo de la recepción del producto.
Aunque estos videos por lo general asumen una función crítica o de reseña, las posibles conclusiones finales no parecen ser tan importantes en ellos como la demostración del impacto primero e instintivo que la obra produce en quien la está descubriendo. Lo significativo en este objeto —lo que parecemos desear quienes cedemos ante su propuesta— es la certeza de la impresión en vivo, con todas las contingencias que esta modalidad arrastra. La gracia del video reacción se concentra en algunos gestos de sorpresa, en esos pequeños momentos eufóricos que desata la música o la imagen de un videoclip. La vivencia de la canción es más importante que su análisis: lo que muchas veces buscamos en un tiempo de hiperconexión es el testimonio de una escucha, no su descripción. La reacción, entonces, es a su vez una performance que se adjunta a la actuación musical.
Todos los gestos de Coscu están inmersos en la modalidad que el video reacción propone: la de compartir rápida y virtualmente la recepción de determinada música y determinadxs artistas; la de celebrar lo viral, en tanto lo que se viraliza es aquello que todxs miramos a la vez. Tal vez nos resulta atractivo ver a alguien mirando porque nos identificamos en ese proceso de descubrimiento o porque hay cierto goce en la certeza de que otrxs también están viendo. Hay un componente colectivo en la exposición de la reacción y este se puede adjudicar desde un inicio al formato de este tipo de video: el video reacción comparte una mirada, una perspectiva, desde el momento en que exhibe la pantalla de un usuario de internet. Su procedimiento se podría comparar en cierto punto con la del desktop documentary (un género de película documental que se construye mediante el registro de los movimientos del dueño de una computadora a través de su escritorio, sus múltiples pestañas e imágenes superpuestas) y algo que tienen en común estas dos formas es la transformación del espacio íntimo en una experiencia pública. El interés en el video reacción y en el desktop documentary no pasa, solamente, por aquello que se está mostrando (el “contenido” que mira el usuario), sino por la exposición de un visionado personal, que produce una identificación y alimenta la complicidad comunitaria. Las canciones producidas por Bizarrap tienen millones de visualizaciones en YouTube, pero también tienen millones de visitas los videos de Coscu afirmando que esas canciones están siendo escuchadas.
Esta tendencia de la música urbana a exponerse a través de mecanismos como los del video reacción se evidencia en la identidad de sus propios referentes, que aparecen en ese mundo mediático, que son parte de esas plataformas y esos juegos de exhibición y consumo. Traperxs y streamers se muestran juntxs y cohesionadxs. Coscu charla en su canal con Khea y con Lit Killah (que a su vez se destaca como figura de Twitch y el gaming), Ibai transmite entrevistas con Duki y Bizarrap. Esas escenas son solo algunos de los ejemplos más celebrados de la correspondencia y cruce entre los dos mundos —uno que tiene como protagonista a la música y otro que se distingue por su carácter expansivo en vivo y en directo.
Los videos reacción representan en cierta medida la especificidad de este tiempo, que teje redes de manera acelerada hasta para escuchar. El trap actual, por inscribirse justamente en el paradigma de la actualidad, es un género cuyo desarrollo está determinado por estas formas de recepción, por esa acogida vertiginosa que somos impulsadxs a ver y de la que somos incitadxs a participar.
Colaboradora