En las últimas semanas de 1962 Agnès Varda llegó a Cuba. En los últimos años se había convertido en uno de los países más visitados por los y las jóvenes militantes y artistas de izquierda de todo el mundo. Desde Francia habían llegado a la isla personajes como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, y cineastas como Chris Marker. Durante el tiempo que Varda estuvo ahí, la joven cineasta recorrió Cuba con su cámara Leica y fotografió su viaje, volvió con 4000 negativos. De estas imágenes reveló 1500 y realizó una película llamada Saludos, Cubanos! (1963).
también nosotros a nuestra manera hemos querido trasponer una torpe guerra a un orden que le dé sentido, la justifique y en último término la lleve a una victoria que sea como la restitución de una melodía después de tantos años de roncos cuernos de caza, que sea ese allegro final que sucede al adagio como un encuentro con la luz.
J. Cortázar, “Reunión”
En las últimas semanas de 1962 Agnès Varda llegó a Cuba. En los últimos años se había convertido en uno de los países más visitados por los y las jóvenes militantes y artistas de izquierda de todo el mundo. Desde Francia habían llegado a la isla personajes como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, y cineastas como Chris Marker. Durante el tiempo que Varda estuvo ahí, la joven cineasta recorrió Cuba con su cámara Leica y fotografió su viaje, volvió con 4000 negativos. De estas imágenes reveló 1500 y realizó una película llamada Saludos, Cubanos! (1963). Le dio un orden a esas fotografías y creó un relato a partir de ellas, con la narración en voz en off de Michel Piccoli y de la propia Varda, acompañada por músicas típicamente cubanas: rumbas, mambos, cha cha chá y la conga, las músicas de las fiestas.
El relato de la cineasta es un gran homenaje a Cuba, a su pueblo y su revolución. Varda se pasea por la historia reciente, nos muestra “el Granma”, el barco con el cual Fidel y sus compañeros llegaron a la isla desde México en 1956. Aparecen los héroes nacionales, el Che Guevara, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y Selma Diaz; y las transformaciones que estos trajeron: la producción cooperativa de pollos, de vacas, las reformas agrarias y educativas. Agnès nos presenta a les intelectuales, les artistas y el pueblo de Cuba a través de la superposición de las imágenes y retratos de aquellos que se cruzó. Es una celebración alegre, musical, bailable de la Cuba revolucionada.
¿Por qué la revolución se presenta como una enorme fiesta nacional e internacional? ¿Cuál es la potencia de esos afectos alegres en la política?
Frente a las estáticas fotografías, la política del cuerpo es la del montaje: los cuerpos cubanos bailan y se mueven gracias al este. En la escena final aparece Sara Gómez, una de las pocas mujeres cineastas de la Cuba revolucionaria de esos años, bailando en la calle junto a otras personas. La secuencia de las imágenes, si bien busca reproducir el evento de danza, no es una simple sucesión de fotografías, sino que hay repeticiones, vemos a los cuerpos moverse pero es una ilusión. Como la fluidez propia de la filmación se hace imposible, vemos a las personas moverse en relación a los márgenes del encuadre y esto funciona con dinamismo porque las fotos cambian siguiendo el pulso del cha cha chá. El pueblo está de fiesta gracias a esta superposición de fotografías en movimiento.
Una de las lecturas fundantes para el estudio de los afectos es el filósofo Baruch Spinoza y en particular la lectura que hace Deleuze de este. Spinoza llamará “afecto” a lo que efectúa la potencia, entendida como potencias de actuar y estas se definen a través de los afectos. La afectividad está directamente ligada a la política, la forma en la cual el poder opera es a través de la capacidad de afectar a otros de afectos. El poder según Spinoza funciona a través de afectarnos de afectos tristes, para así disminuir nuestra potencia de actuar. En cambio, puede entenderse que el optimismo, como el que nos propone Agnès Varda, esté íntimamente ligado a la alegría como potencia de actuar.
De la exacerbación de los elementos festivos, risueños y alegres de la vida cubana podemos pensar que se construye con la intención de producir en el espectador la sensación de estar observando un paraíso en el cual todos son libres, todos bailan y cantan, todos tienen derechos e igualdad de oportunidades. Podemos aventurar que si Varda decide mostrarnos afectos alegres de Cuba es para aumentar la potencia de actuar de una Europa occidental adormecida.
No puede pensarse Saludos, Cubanos! por fuera de los discursos que rodeaban al acontecimiento llamado Revolución Cubana. Entre estos me interesa en particular analizar el halo de esperanza que rodeaba a Cuba para los jóvenes de izquierda en el mundo y especialmente en Europa, quienes venían de procesar una fuerte decepción frente a las revelaciones del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética a comienzos de 1956 y al desenlace de la Revolución Húngara a finales del mismo año*. Estos hechos presentan a la Revolución Cubana en 1959 como un parche frente al anhelo por la utopía perdida los últimos años.
El anhelo por la utopía perdida es lo que llamamos nostalgia. En El futuro de la nostalgia Svetlana Boym dice: “la nostalgia explorada aquí no es siempre por el antiguo régimen o un imperio caído sino también por los sueños no realizados del pasado y visiones del futuro que se volvieron obsoletas. (…) A diferencia de la melancolía, que es contenida en los límites de la conciencia individual, la nostalgia es sobre la relación entre la biografía individual y la biografía de los grupos o naciones, entre la memoria personal y colectiva”.
Por lo tanto la nostalgia es un anhelo del pasado, de un lugar o un tiempo que ya no existe (o que quizás nunca existió). En este caso es el anhelo de lo que el comunismo en la Unión Soviética podría haber sido. Y otro elemento importante es que la nostalgia no está sólo ligada a la experiencia individual, sino que está en relación con las experiencias y memorias colectivas: este elemento social del afecto es lo que nos permite pensar en el contexto afectivo que rodea estas narrativas sobre Cuba.
Si bien el relato se esfuerza por explicitar los elementos alegres y festivos, la pregunta sobre por qué estos afectos son tan pregnantes también puede responderse a través de la tensión con estos afectos tristes. La nostalgia es, en este contexto particular, compartida con toda una generación de jóvenes europeos de izquierda a la que Varda pertenece.
Y la visión alegre que ella propone de la revolución cubana es una llamada a la acción, busca aumentar la potencia de obrar en tiempos donde la revolución mundial iba quedando como un ensueño de marxistas rezagados y la nostalgia por la esperanza perdida en la URRSS colmaba los afectos de los jóvenes revolucionarios.
Siempre es un buen momento para ver las películas de Agnès, pero en este contexto de jóvenes depresivxs o atrapadxs en la ansiedad frente a un mundo en llamas que no sabemos cómo apagar, la ilusión alegre y festiva del baile como potencia para actuar puede ser una hermosa invitación a la acción política.
*El XX Congreso comenzó el proceso de desestalinización a partir de las revelaciones de las “purgas” y los llamados “crímenes de Stalin”. Por su parte, en Hungría un movimiento revolucionario se alzó en contra el Gobierno de la República Popular de Hungría y las políticas de la URSS y fue violentamente aplastado por los tanques soviéticos. Este episodio consolidó el poder de la Unión Soviética en la Europa del Este, pero trajo el rechazo de gran parte de la izquierda de la Europa Occidental.
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