Para construir una genealogía de esta realeza plebeya, nos sirve remontarnos a los años 2000, década en la que lo visualmente “barato” dominó la escena cultural mainstream. En este curioso periodo histórico la trashy tv (televisión basura), los reality shows, los programas de chimentos y la idea de que efectivamente cualquiera podía ser famoso, marcó la agenda estilística por varios años. Lejos quedaron el grunge noventoso y el desencanto de la generación X. En los 00s llegaron las estrellas de realities con sus atuendos de cotillón y sus escándalos amorosos. Toda esta coloratura logró, incluso, teñir las grandes casas de diseñadores de moda como Dior, Prada, Chanel, Louis Vuitton, etc, que se subieron a la ola de diseñar prendas que dejaron de lado la fuerte marca identitaria del lujo e hicieron prendas que parezcan para todos. Resulta interesante también destacar que esta década estuvo fuertemente marcada por ciertas figuras femeninas de la cultura pop, mucho más que por las masculinas: Las Destiny’s Child, Britney Spears, Christina Aguilera, Missy Elliot, Paris Hilton, Lindsay Lohan y, por el lado de la ficción: Elle Woods en Legally Blonde (1999), y Regina George en Mean Girls (2004), entre otras.
Algunas de las legendarias tendencias —que muchos quisieran olvidar— que esta línea estilística nos dejó son: ropa con estética bubblegum (chicle), el rosa chillón, telas metálicas, pantalones de jean anchos, el temido tiro bajo, logos y cinturones inmensos en contraste con carteras diminutas y mucho —mucho— jean.