La secuencia de la playa es una de las más características para pensar el contraste entre las atmósferas de la infancia y la adultez. En ambos casos se trata del mismo lugar, sin embargo, en la adultez se constituye como un espacio radicalmente otro, desprovisto de aquello que lo había caracterizado en un primer momento. La imagen presenta un día soleado y cálido, en lo que posiblemente sea una primavera. Vemos a varias personas disfrutando de todo tipo de juegos, entre ellas las hermanas March, Laurie y el Sr. Brook. Los atuendos que llevan son de colores pasteles: celeste, rosa claro, los barriletes que vuelan son también de un beige claro. Sobre el final, la voz de Jo se superpone a la imagen de los personajes corriendo y riendo en la playa, confirmando que es un recuerdo. La voz recita un verso de George Eliot que dice así: “nunca hubiéramos llegado a amar tanto la tierra si no hubiéramos tenido infancia en ella, si no fuera la tierra donde las mismas flores crecen cada primavera”. Es un enlace a la siguiente secuencia, en la cual Beth, ya muy enferma, y Jo están sentadas en la misma playa, que se encuentra vacía y bajo un clima nublado. La atmósfera que se construye aquí es sumamente fría, los colores que predominan son el azul y el gris. Ambos personajes –contrariamente a la secuencia anterior– se encuentran casi inmóviles. Ambos personajes ya no son los mismos.