La masculinidad que él representa en el presente y que puede anclar también en el pasado de la historia del cine clásico estalla rápidamente. Su fuerza y energía en el baile rompen también con la caracterización de esa feminidad elástica que Rihanna encarna y que puede ser constelada con todas estas mujeres fuertes y elásticas, vestidas para subrayar sus curvas y escotes, para resaltar la hegemonía en la belleza que Hollywood y el mundo necesita. La performance de Tom holland es queer, no es su cuerpo bélico de superhéroe (también hegemónicamente bello), no es el galán clásico, no es la sensual elasticidad de Rihanna o de Aeon. Es gris, es intermedio, es todas estas imágenes, es todos esos cuerpos y no es ninguno, por eso permite tantas capas de sentidos, por eso permite pensar tantas potencias de la imagen y del cuerpo, por eso logra volver a resignificar estos productos.