Personalmente, cualquiera de los dos candidatos de ese entonces —y los de hoy, 2020— me parecían nefastos y su potencial gobierno amenazaría considerablemente las soberanías latinoamericanas que son mi realidad y mi elección. Pero el discurso del desparpajo racista y misógino de Trump era simplemente más de lo que podía —y hasta hoy puedo— soportar. En esa clave, recuerdo el silencio de Swift al respecto. En un ambiente sumamente polarizado, si no se había pronunciado en contra Donald Trump, el silencio parecía sugerente. Cuando personajes famosos de distintos ámbitos llamaban a votar por Hilary Clinton, Trump halagaba públicamente la música de Swift, calificandola de “estupenda”. Sin embargo, después de ver el documental y presenciar como espectadora la activa campaña que hizo Taylor en las recientes elecciones presidenciales del 2020, apoyando abiertamente a Joe Biden y Kamala Harris, pienso en todas las veces que proyectamos ideas en el silencio, otorgándole sentidos y, por ende, cerrándolos a otras posibles preguntas. Era algo, de todos modos, sorprendente y un tanto emocionante —más allá de los candidatos en cuestión— ver a la misma artista que decía que a nadie le interesaba su opinión política llamar a participar de una elección.