Sobre ser santa y ser sombra también

Por Mili Villar y Sofía Checchi

Conversamos con Paula Boffo, autorx de Santa Sombra, sobre el terror, la religión, el norte argentino, el paganismo y las incomodidades, que nunca faltan.

Paula engulle una medialuna mientras nosotras hojeamos las notas que hicimos sobre Santa Sombra y hablamos de cómo nos resulta imposible mantener cuadernos diferenciados para distintas cosas, más bien es como si por períodos tuviéramos cuadernos de todo. “Dos millones de cuadernos después, acá estamos”, dice.

Hacia fines del 2022 llegó a nosotras Santa Sombra, la primera novela gráfica de Paula Boffo —también conocidx como Sukermercado—, editada por Barro Editora. Paula es historietista y animadorx, y forma parte de la productora de animación, Ojo Raro. Paula creó a Juana, la Santa Sombra, para una historieta más corta que salió en 2018, La sombra del altiplano, hoy prácticamente imposible de conseguir.

Las heroínas del altiplano

Santa Sombra cuenta la historia de Juana, una nena jujeña que está buscando a su hermana Marisol, secuestrada por una red de trata. Lejos de las historias de damiselas en apuros que son salvadas por hombres fuertes, en esta novela gráfica la heroína es esta niña de trenzas largas, que hace un pacto de venganza con dos espíritus que habitan en las sierras del norte argentino. 

Ordenando nuestros apuntes y empezando por el principio, le preguntamos a Sukermercado de dónde salieron las ganas y las referencias para crear la historia de Juana. 

“Yo de chica había leído una historieta que se llamaba Super Cholita, que era como una Sailor Moon chola, de un autor boliviano, Rolando Valdez. Tenía una percepción de que la historieta muchas veces trataba de ser medio europea, tocar géneros o trabajar la fantasía de un modo que no terminaba de encontrar la raíz acá. Pareciera que siempre se buscaba ser un poco yanqui o ser un poco manga, pero sin terminar de ser representativo de un territorio sudamericano más concreto”.

Paula eligió contar una historia en el altiplano, un territorio caracterizado por la hostilidad de su aridez, por lo inhóspito. Un lugar cargado de representaciones ligadas al imaginario de la Pachamama, foráneo a los conceptos con los que pensamos el terror, que suelen ser figuras que heredamos del hemisferio norte.

“La primera versión de la historieta tiene mucho del western, para mí hay algo de que nosotrxs tenemos nuestro propio desierto y nuestra propia posibilidad de desarrollar un mundo western en las montañas… Un poco empezó por ahí la curiosidad. También fue una búsqueda de los mitos, de las leyendas, de todo lo rico que es ese lugar del país y ese territorio en relación con el misticismo y con algo justamente menos colonial. (…) Tengo familia que está allá y pude ir a investigar. Mi tía me ayudó para entrar en contacto con las chicas de ‘Ni una menos’ en Tilcara y con una psicóloga que trabajaba con violencia de género en ese territorio. Me centré en las redes de la trata, lo que es la vida de una persona trans en ese territorio, cosas que me parecían piolas de ir entendiendo. Y después buscar documentación visual, fotos, archivos, registro, dibujar, entender un poco cómo son algunos lugares, las arquitecturas, cómo se comunican los mapas y todo, todo”.

Esta historia realiza una operación clásicamente feminista: vuelve a contar una historia que ya nos contaron pero de manera diferente. Cómo se narra la violencia, las historias de mujeres víctimas, la magia, todo se revierte gracias a cambiar los enfoques y puntos de vista. Si somos capaces de pensar en una heroína niña y chola, ¿cómo sería? La Super Cholita de Rolando Valdez, él mismo dice, es imperfecta. Juana, por su parte, lejos de la luminosidad que caracteriza a los santos que pueblan estampitas y altares, es una sombra, una vengadora inmaterial que acecha a los varones que esclavizan y prostituyen mujeres en la clandestinidad.

“Yo ya sabía que ella se movía como una sombra. No sé si en el primero [La sombra del altiplano] lo digo, pero se mueve como una sombra. Era un poco trabajar con estas figuras tipo Batman, con los chongos, pero ahora es una niña con unas trenzas y un poncho”.

Revista Encuadra: ¿Podría ser Gatúbela?

“Claro, pero al mismo tiempo Gatúbela responde a una silueta que no es la misma que la silueta de Batman. Batman es la capa, Gatúbela es las tetas y la figura sexy, ¿me entendés? También era un ejercicio de no hacerla a ella, era hacerlos a ellos, pero que fuera una chica. Pero no era diseñar una superheroína bajo los estándares de diseño de un personaje de superhéroe, porque cuando creas una superheroína el criterio no es el mismo cuando creas un superhéroe”. 

RE: ¿Y cómo se vincula esa figura superheroica con el terror que siente y el que representa?

“El terror siempre estuvo muy presente para las feminidades, pero muy desde la víctima,  la final girl y la amenaza, fundamentalmente en el imaginario de lo que es una amenaza para nosotras. Siento que hoy en día también se puede retratar mejor en cosas como The Babadook, un terror que trabaja un montón con la maternidad o con un vínculo violento. En mi caso fue con el terror relacionado a la falta y a la desaparición, a los fantasmas que se provocan y a lo terrorífico y duro que puede ser esto de cargar la mochila de luchar contra estas injusticias vos sola, ¿no? Es imposible y vas a perderte en eso”. 

Los grises morales y los grises visuales

Solemos encontrarnos con la pregunta por cómo se muestra la violencia sobre los cuerpos femeninos o feminizados en la cultura popular. Desde los slashers que rasgan, el body horror que desmembra, hasta las violaciones centradas en cómo sufren los personajes masculinos que no pueden ayudar (sí, Game of Thrones te estamos mirando), una y otra vez vemos cómo las imágenes del horror y los horrores de la imagen se combinan. Charlamos con Paula sobre la puesta en página de lo que vive el personaje de Marisol en tanto necesidad narrativa, para dar cuenta de su historia. La clave está en el cómo:

“Poder empezar a encontrar cómo narrar estas cosas desde una perspectiva más empática y que tiene que ver con una voz femenina, que también tiene mayor conciencia de qué es un abuso y qué se siente. Básicamente es eso, como las feminidades, todas hemos pasado por algún tipo de abuso en algún momento y me parece que todas empatizamos un poco con ese tipo de sensación. (…) Hay específicos momentos de violencia en los que busqué que sea difuso para que si no querés detenerte mucho ahí lo puedas pasar. Hay una parte que es muy clara: si te querés quedar en esta página, lo elegís vos, pero yo te estoy dejando muy en claro qué es lo que está pasando a través del pensamiento del personaje, y si querés podés dar vuelta la página y te vas. No te voy a dejar ninguna imagen explícita de lo que está pasando para también tener un respiro y porque para mí era un respiro no tener que dibujar eso, sobre todo en las escenas de violencia sexual, específicamente en las escenas de violencia sexual. (…) Es un libro en el que siento que le doy un poco más a elegir a las personas con qué se quieren quedar del relato. Hay mayor facilidad para que si querés pasar la violencia, la puedas pasar relativamente rápido porque a nivel narrativo no pasa algo crucial en esa escena de acción que te cambia la trama. En general es antes o después. En general la violencia es una respuesta justamente. Son respuestas a situaciones, botones que se tocan y accionan esa respuesta, entonces podés pasarlo.”

Esos grises que caracterizan las páginas de la historieta y la elección de borrar y volver difusas las líneas para las escenas de violencia también los encontramos en una postura política-moral de cuántas historias se cuentan, cuántos puntos de vista se habilitan en Santa Sombra

“Me parece que los seis personajes que accionan sobre las cosas tienen personalidades y maneras de vivir muy distintas a lo que les pasa. O sea, una se hace un OnlyFans, digamos, a pesar de que sale de una situación ultra jodida, y la otra sale a matar gente. Son respuestas muy distintas, algo tiene que ver esto con la libertad, con una cosa de la libertad que nos da también el feminismo en ese sentido, como validarnos las respuestas también, ¿no? Hay algo ahí validador de cómo cada una, cada unx, atraviesa también las luchas. Que a veces no va a ser cómodo tampoco. Por eso a veces yo me asusto un poco con lo que hice, a veces me preocupo si lo habré hecho bien, si lo habré hecho de manera correcta, esas cosas.”

Imágenes paganas – Estampitas y freestyle

Santa Sombra es, como su nombre lo indica, una hagiografía: una historia de santxs. Ahora bien, ¿qué es lo que hace a unx santx? Sin entrar en los pormenores de la fe, cualquier mortal puede salir a la calle y comprobar que mucho de la santidad se juega en la imaginería: tiene que existir un ícono al que rezarle.

“Hace un tiempo hice una serie de estampitas y les escribí los rezos atrás. Eran diez estampitas, la Santa Bajón, la Santa Campana, que te cuidaba de la policía, otra que te cuidaba de la gira, cosas así, otra que era la Santa del Misoprostol. (…) Mi tablero de Pinterest, por ejemplo, estaba lleno de imágenes bíblicas y lleno de imágenes religiosas, y al mismo tiempo tenía muy presente el paganismo. Porque es un territorio en el que se mezclan muchas de esas cosas, o sea, el paganismo se mezcla con el cristianismo. Entonces es como que se le reza justamente a la Pacha, al poder de la Pacha, pero al mismo tiempo también hay una cuestión con Cristo y con Dios. Digamos que hay un eje temático del libro que tiene que ver con la martirización, entonces juego con esas imágenes y con todo el fla Jesús y con el fla mártir, porque justamente trabajo con eso.”

Paula dice que en Santa Sombra existe una magia blanda, que se distancia de la magia dura en tanto sus reglas de funcionamiento, de lo que es posible y lo que no en ese mundo, son más bien difusas. Este aspecto no regulado le permite ser fiel a esta mezcla entre lo pagano y lo religioso, pero también a un rasgo constitutivo de la circulación del credo: las inexactitudes de la oralidad.

“La santería, o sea la santería tradicional de todo ese territorio del altiplano, es como la brujería más “independiente y autóctona” en donde aparece como una cosa re freestyle también, se mezcla con… O freestyle no, sino como enraizado en un montón de tradiciones que son mucho más micro, que no son la hegemonía ni el palo dominante en relación con la fe, entonces no las tenemos presentes, por eso las vemos como algo micro, freestyle o independiente. [Esto se mezcla] con toda esta bajada ultra religiosa que hay en esos territorios también.  (…) Yo soy de la clase de persona que prende una vela para cosas y escribe un papel y lo quema … Hago esas cosas y me parece que son prácticas que cambian un poco del paso del boca en boca también. Depende cómo te explicaron que se hace y cómo entendiste vos que se hace, cómo lo llevas a cabo, hay algo de eso para mí. Yo admiro mucho a la gente que escribe magia dura igual, obvio, pero hay algo de la magia blanda que a mí me gusta que es más misterioso. Tampoco me considero una persona tan estructurada como para hacer algo como lo que haría Tolkien, en donde todo tiene una regla y es un ecosistema donde tocás una cosita de un lado y eso afecta la otra punta. Yo busco un poco más el misterio también, a nivel recursos. Me parece que eso tiene bastante que ver con el terror, es más de terror la magia blanda y menos de fantasía.”

Las (otras) mujeres del terror – Las degolladas y Lorena

Entre la magia blanda, el catolicismo y el paganismo, nos preguntamos por las fantasmas de esta historia, los espíritus de las degolladas. 

“Las degolladas son un invento mío. Yo siempre supe que eran dos espíritus. En un momento eran mucho más ancestrales, después dije no, porque los machetes tienen que ser algo más moderno, y pensé en dos esclavas. Entonces, cuando hablé con las chicas de Tilcara, me contaron mucho sobre las plantaciones de azúcar de Ledesma. A partir de ahí empezaron a nacer los personajes. “

RE: ¿Por qué son dos?

“En principio nació por un capricho, después son un poco espejo de Juana y Marisol. De hecho, a nivel formas, al principio hasta eran más parecidas entre ellas todas, quizás jugué a estilizar un poco más a las degolladas para que no se parecieran demasiado. Pero hay algo de esa dualidad que tenía que ver con que funcionaran como espejo. Y también porque me parecía que hay más peso en la manipulación. Esa cosa envolvente de las dos, donde no tenés ningún oído libre ni los dos ojos, están siempre cubriéndote ambos frentes y la empiezan a envolver a ella. “

“También me parece que tiene que ver con esto de la tragedia compartida, como que hay algo de eso, y del lugar también un poco tóxico de cebarte, de tener a alguien al lado con quien solo te podés hundir en un lugar como muy oscuro, de resentimiento y que solo crezca ese lugar, y de a dos se puede potenciar muchísimo ese lugar, entonces como que también hay algo de la cizaña entre las dos”.

RE: Sí, además está esto de que están atadas, que también es algo pagano de la magia. 

“Sí, sí. Y es como también trabajar con el simbolismo de lo que les pasó. Como esos amarres y esos nudos tan trágicos que tuvieron que atravesar, ellas mismas después no los pueden soltar, digamos. Como ellas mismas los mantienen ahí y no sueltan para irse al mundo de los muertos. Porque un fantasma es alguien que no soltó algo, que se queda acá porque son caprichosos, los fantasmas no quieren soltar”. 

Lorena, la mujer trans que vive con Juana, Marisol y su abuela, es el primer personaje que demuestra una conexión con lo sobrenatural. Sobre el final se devela que es una chamanaki muy poderosa, con el saber y las capacidades para frenar la sed desmedida de sangre que tiene Juana.

“A mí me gusta trabajar con diversidad y pensé en que quería que hubiese un poco más de personajes, entonces lo pensé desde el vamos como una cuestión de trabajar con identidades que no fuesen solo feminidades cis. Me parecía también que estaba bueno el contraste que se generaba. Y fue un personaje que fue pidiendo, solita se fue metiendo cada vez más ella y ganando más protagonismo en la historia. En ese sentido es uno de mis personajes favoritos, me parece uno de los personajes más ricos porque fue de los personajes que más se transformó y que más protagonismo cobró. Pasó de estar muy en el fondo a ser el engranaje que resuelve varios conflictos digamos.” 

“Siento que va muy bien con que sea el personaje más poderoso a fin de cuentas, porque también creo que es un lugar muy femenino, eso, tener una capacidad enorme pero que tu contexto y la represión que viviste durante toda tu vida te haga sentirte minúscula o ínfima o incapaz de vivir.”

El prólogo y el final de Santa Sombra comparten un tópico central: el pelo. Mientras que en las primeras páginas las mujeres están tejiendo sus trenzas, en las últimas Marisol y Lorena cortan la larga cabellera de Juana.  

“Sabía que quería que ella tuviera un poco de alivio, que se sintiera mejor, después de todo lo que atravesó. Entonces, cortarle el pelo me pareció una hermosa manera… Yo me emocioné cuando dibujé eso también, lloré, porque la quiero mucho. Pasé mucho tiempo con ella y sufrí mucho por las cosas que ella sufrió. Como que la pasaba mal, haciendo que la pase mal, era tipo… ay, la puta madre. Aparte de la primera vez que sonrió todo el libro. El final es ella sin todo ese peso, pudiendo sonreír, me parecía que era la mejor manera de comunicar lo que ella estaba sintiendo en ese momento, alivio.”

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